miércoles, 25 de septiembre de 2013

Defensa pública TFM (Tesina)


La focalización en la intención del autor: 
la cuentística de Virgilio Piñera

UGR: Máster en Estudios Latinoamericanos: Cultura y gestión.
Trabajo Fin de Máster.

Granada, 20 de septiembre de 2013

Buenos días. Antes de comenzar quiero dar las gracias a aquellos que me han apoyado, aconsejado y soportado durante la gestación de este trabajo. Un agradecimiento especial a mi tutor, Ángel Esteban.
El trabajo que presentamos a este tribunal está dirigido a ocupar un vacío teórico en los cuentos del cubano Virgilio Piñera. El objetivo fue detectar al autor en el acto mismo de elegir la focalización de cada una de las piezas. Esta elección está condicionada por un lado por el objetivo final del relato, es decir, por el efecto pretendido sobre el lector, y por otro, por las obsesiones y los vicios que mueven al autor, no siempre de manera consciente.
Para ello hemos trabajado con ideas ya vertidas de otros críticos y teóricos y hemos aportado algún dato que ninguna de las obras consultadas nos facilitaba.
Relacionar, en primer lugar, a Piñera con una ideología marcada, después con un estilo o una corriente artística, y por último, con él mismo, unos cuentos con otros, en busca de semejanzas y repeticiones que confirmen las hipótesis obtenidas de los análisis anteriores.
Relacionamos a Piñera con el existencialismo, el existencialismo marxista o histórico principalmente como es ya por todos sabido, sin embargo, hemos querido incluir las concomitancias que puede tener tanto con el Nietzsche de la lucha y la irreverencia, que en Piñera es posible rastrearlo en la irreverencia lingüística; como con la relación del poder con el saber en el discurso de Foucault. Dedicamos además una pequeña parte del estudio a Camus y al corsi e ricorsi, el eterno retorno. Cae por su propio peso la relación de nuestro autor con una corriente artística. Teniendo cuenta la importancia del teatro en toda su obra, no podíamos dejar pasar una breve semblanza de lo que el teatro del absurdo ha de significar en la cuentística de Piñera, lo que el teatro del absurdo aportó como germen principal de la narrativa del absurdo. En el caso del cubano, de una especial relevancia debido sobre todo a que nos encontramos obras teatrales que se adscriben a esta corriente, y cómo no a sus semejanzas con Alfred Jarry o su simpatía con el espíritu sartriano. En narrativa, no es menos importante la relación de Piñera con la percepción literaria de Kafka. En este sentido era especialmente importante la relación entre angustia vital (existencialista) y recreación artística.
En cuanto al análisis de los cuentos, hemos querido organizar nuestra investigación en distintas claves tautológicas —obsesiones rastreables que dejan al descubierto la intención primera de la escritura de los relatos—.
El poder, el deseo, el miedo o la metaliteratura, agrupan la mayor parte de los cuentos piñerianos, donde la distancia del narrador con la situación evidencia esa corriente del absurdo por un lado y por otro nos permite reconocer la intención del autor en cuanto a la elección de la distancia como procedimiento para la ironía y el sarcasmo, la denuncia de la propia contradicción y de la lucha velada, el inmovilismo, el deseo de felicidad escondido en la irrealidad y lo ilógico —lo imposible, quizá, visto siempre desde el marco de la verosimilitud, desde la propia lógica del discurso—.

Los cuentos de Virgilio Piñera están cargados de significación en cuanto a la estructura formal. La estructura participa del sentido de la narración.
El análisis de las claves narrativas nos ha proporcionado el escrutinio ideal de un proceder específico en la creación. Nuestro descubrimiento ha sido, sobre todo, la identificación de la elección de la focalización como una función narratológica más, situada en la génesis de la escritura. La intención del autor condiciona esta elección que está tomada partiendo tanto de presupuestos intencionados como de postulados congénitos al autor, y conjuntamente determinan la reconstrucción de la ideología del artista, así como el sentido de la obra.
En la elección del punto de vista, el autor no solo está coaccionado por su propio gusto, ni solo por la estética formal de la pieza; en la focalización se esconden el deseo de mostrar nítidamente aquel sentimiento obsesivo particular del cuento y la aspiración de adscribir la obra a una corriente literaria de la que participa ideológicamente. Las dos intenciones veladas en la elección de la focalización, actúan cada una a favor de la otra estableciendo en esta elección el punto central de la intención, el paso medio entre la ideología y la obra.
Por otro lado, el análisis teórico de las obras —podemos inferir— proporciona conocimientos que alcanzan un campo más amplio que el meramente estético. El estilo queda constituido no solo por la forma escrita sino también por la intención del autor, y queda definido como el resultado de la interjección entre la idea motora y la realización práctica.
En efecto, consideramos que las claves estudiadas, así como las obsesiones relacionadas con la muerte, la angustia o el fracaso, participan de una funcionalidad conjunta de la narratología. Es decir, las obsesiones preceden al elemento artístico que las determina, mientras que las claves son establecidas una vez compuesto (o delimitado) el corpus completo de la escritura.

Por otro lado, nos hemos percatado de las múltiples vías de interpretación a las que se prestan los textos estudiados. Con esto concluimos en que un corpus literario como el producido por Virgilio Piñera dialoga con toda la literatura contemporánea, entendida esta como la literatura del siglo XX y XXI y aquella que se mantiene activa.
La valoración de esta investigación radica su optimismo en la conclusión de que cualquier estudio, basado en cualquier presupuesto formal, podría tener cabida en la interpretación de la cuentística piñeriana. Muestra esta, y este es el principal punto de apoyo, una facilidad mayor para la interpretación hermenéutica debido, sobre todo, a la fuerte carga simbólica, a la participación activa de la literatura vanguardista del siglo precedente y a unos presupuestos ideológicos asegurados aún hoy en medio de la arrastrada crisis de la modernidad.

Este estudio demuestra bajo nuestro punto de vista que una mente contradictoria, rica, efervescente e inconformista, sea cual sea la elección de su vida, puede otorgar una forma consciente de representación a su inestable seguridad interna mediante la literatura.




martes, 17 de septiembre de 2013

Mens sana in corpore sano


Hoy leo en un post de mi admirado y siempre lúcido Jorge F. Bustos un alegato “Contra el deporte” que no ha podido más que... 

Imagen de 1001experiencias

Realmente se somete a un duro examen todo deportista que pretenda ser pasado por un cultivador de la mente en el grado que sea. Sin hablar ya de futbolistas: la mera hipótesis de que puedan en algún momento tomar entre sus manos unas líneas distintas al Marca o el Diario Deportivo puede hacer explosionar algún cerebro. Es bien sabido que nadie se imagina a ningún deportista profesional leyendo el Quijote entre estiramiento y estiramiento. Quiero recordar a Guardiola hablando en alguna entrevista de los libros que leía, o recordar a Solaris en alguno de sus artículos, excepciones probablemente.
Imagen de sport.es
Es quizá en los niveles menos profesionales donde podemos encontrar más, a mi entender, relaciones entre práctica deportiva y práctica erudita. Podría comentar el caso de algún amigo escritor, futbolista una vez por semana, algún amigo montañero y escalador con una amplia y sesuda filosofía de la cultura, o alguna amiga, gran lectora, psicóloga y pichichi de todos los equipos de fútbol que hemos compartido.
Imagen de ElPais.com
Esta discusión, sin embargo, es una discusión para mí un tanto manida. Pero es cierto que se presupone en ciertos ambientes intelectuales un escaso o nulo contacto con el mundo deportivo. Y ahí nos encontramos a algún poeta que afirma escribir con el toc toc tenístico de fondo; a algún que otro colaborador de revistas literarias o escritores a las dos de la mañana comentando en las redes sociales las derechas y las voleas en el último Nadal-Djokovic o a las nueve de la noche la diferencia de 12 puntos en el primer cuarto del España-Australia; posts en los blogs de algunos escritores dedicados al dopaje, a la épica, a la candidatura olímpica o a, por ejemplo, el interminable discurso de Bielsa o el célebre córner de Valdano (un hombre bastante culto, por cierto), a poetas, cuentistas, críticos, filólogos y culturetas en general, reunidos en torno a una televisión gritando ante un gol de Messi como si no hubiese mañana.
Que el circo sea cosa repugnante, que el circo sea abominable, es tan cierto como pueda serlo que el deporte sobre una mente rica pueda ser favorecedor.
La distinción tradicional, como muy bien apunta Jorge, entre el cultivo de la mente y el del cuerpo, no quita que cualquiera o las dos sean elecciones personales, compatibles, o no, superadas ya en su contraposición. Ni que decir tiene que sigue en vigor aquella sátira de Juvenal:

orandum est ut sit mens sana in corpore sano.
fortem posce animum mortis terrore carentem,
qui spatium vitae extremum inter munera ponat
naturae, qui ferre queat quoscumque labores,
nesciat irasci, cupiat nihil et potiores
Herculis aerumnas credat saevosque labores
et venere et cenis et pluma Sardanapalli.
monstro quod ipse tibi possis dare; semita certe
tranquillae per virtutem patet unica vitae.

Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano.
Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte,
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.,
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos,
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo,
Te muestro lo que tú mismo puedes darte, con certeza que la virtud es la única senda para una vida tranquila. 
[Traducción de TadeoKosma M]




IV Encuentro de futbito Narradores vs. Poetas.
Imagen obtenida de El Ojo de Mateo

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Presagio: La muerte de Virgilio Piñera



Para el hombre común, lo inexplicable aparece siempre bajo el aspecto de lo catastrófico.

Virgilio Piñera

No hay angustia mayor que la de no saber cuál será el momento exacto de tu  muerte. El protagonista de “El que vino a salvarme”[1] después de presenciar una degollación en los baños de un bar, permanece el resto de su vida ansiando la paz que encontró aquel hombre asesinado cuando vio la hoja de la navaja acercarse a su cuello. La muerte en sí, opina el protagonista, es un hecho  natural e ineluctable y por tanto no ha de ser temida.
El interés que adquiere la muerte en este cuento es fundamental gracias al párrafo final. El narrador-protagonista, en primera persona, nos cuenta cómo en el estado de languidez en que se encuentra a los ochenta años cae en un estado intermedio entre la realidad y la irrealidad. Él mismo, en su lecho de muerte, comenta la llegada del asesino y cómo la muerte desde el retrato de su padre muerto lo está desafiando y él se rebela y le contesta; así cuando reaparece el extraño personaje él ya sabe que va a morir, conoce el momento exacto de su muerte. Con ello llega la paz y muere entre agradecimientos.
Para dotar la narración de toda su validez hemos de considerar las pistas que nos da el narrador. Una de ellas es que las últimas palabras del texto son textuales, del protagonista, dirigidas al verdugo. Por tanto, no aparece ya muerto; el cuento, que hace un repaso por su vida y narra los momentos finales, acaba con una muerte en proceso: el narrador no podría contar desde la muerte, no hay forma de sobrevivir al cuerpo. El entramado parece contarnos una alucinación, un miedo y un deseo llevados al “punto de máxima saturación[2].
Piñera (1912-1979) murió con un aviso distinto. Un ataque masivo al corazón que le venía rondando sin él haberlo sentido. La noche anterior, cuenta Abilio Estévez, pronunció su “última blasfemia”: “Sabes lo que pasa, Abilio, que yo soy inmortal”[3]. Por la tarde del día siguiente se dispuso a acudir a su cita para jugar a canasta con un amigo médico. Debió de sentirse mal pero su obligación de aparecer en casa del amigo era más fuerte que el dolor. Subió la escalera de casa del médico a pie y llegó en un estado mortal al quinto piso. Ingresó en el hospital prácticamente cadáver. Se veló en la funeraria rodeado de familia y amigos. Como le ocurrió en vida, también muerto habría de sufrir la exclusión. Cabrera Infante diría que la muerte y el funeral de Piñera se convirtieron en una “obra del absurdo” que esta vez no le hubiese tocado escribir sino protagonizar, el féretro aparecía y desaparecía en un marcado intento por parte de las autoridades gubernamentales de evitar que se le llorara como merecía, con flores y plumas. Pocos pudieron asistir al entierro y no aparecieron notas necrológicas en los periódicos latinoamericanos. “Ya volverán las aguas a su lugar”, solía decir él mismo, mas hubo que esperar cinco años tras ese fatídico 18 de octubre de 1979 para que su obra comenzase la restitución de la figura piñeriana para la historia de la literatura. Cuenta Abilio Estévez que el último fin de año que celebró, el de 1978, cuando más duro era su ostracismo, exclamó bailando en medio de la sala que su centenario se celebraría por todo lo alto[4]. El pasado año 2012 fuimos testigos de que no andaba mal encaminado: Cuba organizó en junio el coloquio “Virgilio Piñera tal cual”; se le dedicaron miles de páginas en libros, periódicos, suplementos y revistas. El mundo literario hispánico volvió a celebrar el nacimiento de aquel escritor que murió a deshora. Como apuntara Cabrera Infante parece ser una creación del propio Piñera. Quizá también esta dudosa aproximación al relato de su muerte no sea más que “una broma colosal”[5].




 Publicado originalmente en Ciapafu, Comunidad Iberoamericana de Amigos del Patrimonio Funerario, por Joaquín Zambrano, al que doy las gracias desde aquí.






[1] “El que vino a salvarme” en Piñera, Virgilio. El que vino a salvarme. La Habana: Letras Cubanas, 1987.
[2] “El conflicto” en Piñera, Virgilio. El conflicto. La Habana: Espuela de Plata, 1942.
[3] En: Espinosa, Carlos. Virgilio Piñera en persona. La Habana: Unión, 2003, 366.
[4] En Adsuar Fernández, María Dolores. Los enemigos del alma en los relatos de Virgilio Piñera. Murcia: Universidad de Murcia, 2009, 363.
[5] Título del volumen de poemas póstumo: Piñera, Virgilio. Una broma colosal. La Habana: Unión, 1988.