miércoles, 27 de agosto de 2008

Ti porto a Roma

"El amor un día te dice
'me dejas o me sigues'
se escapa si tu no decides"
Ahora espero con el alma sentada. Si pensar en ello es sentir que el aire se deshace dentro de ti, que no tienes pecho suficiente para albergar todo el calor, que el recuerdo puede asfixiarte aún a 2000 kilómetros, quiero seguir pensando. Y sintiendo.

Podría contar todo lo que ha pasado en la última semana con tantos detalles que justificasen mi estado anímico ante cualquiera que me leyese. Sería perfecto para que la gente se apiadase y me aconsejase y me arropase cuando llegue lo peor... Pero de repente, no me importa si se llega a entender o no. No me importa si alguien es capaz de empatizarse conmigo. Es una de las pocas veces en que yo experimento que no quiero contar nada, quiero que lo íntimo se quede íntimo, que la pasión y el deseo entre dos, la química desprendida, se quede entre dos.

Y es que si, a pesar de todos los proyectos que mi mente ha intentado gestionar, todo el fuego se queda allí, habrá merecido la pena.

Lo mejor es que una vez en la distancia he podido sopesar la vida de alguna forma. Pensé: ¿qué es la vida? ¿La vida es encontrar una oportunidad que estás esperando desde siempre? ¿Encontrar la estabilidad? ¿Será encontrar la oportunidad que te permita la estabilidad? ¿Y el deseo? ¿No será la vida dejarse llevar por tus ansias de ser feliz? ¿Y qué es ser feliz? ¿Puede ser la vida que a pesar de saber que nada es tan dramático como puede parecer, quieras luchar por intentarlo?

Bagh. Sigo esperando a que mi sentimiento se decida. Esperaré a que "algo" me inste a darlo todo y desearé que pase antes de que el recuerdo quede tan borroso que no merezca la pena continuar.

(Me marcho a Roma si todo va como espero, seguro)

martes, 12 de agosto de 2008

viernes, 1 de agosto de 2008

Unas cosas por otras

Un libro me ha traído imágenes y sentimientos de alguna historia pasada. Se me ocurría poner aquí miles y millones de cosas sobre las relaciones, sobre ese sentimiento... pero no voy a comentar nada. Me quedo vacía. Cuando entiendes miradas, palabras, acciones, por un mero libro, un relato que te hace entender también que cuando tú vas hay mucha gente de vuelta, entonces, decía, te vacías, te vacías de sentimientos, de palabras... Situas las relaciones en su lugar exacto y ya no tiene sentido nada, ni lo que pasó, ni lo que sentiste, ni lo que puedes sentir ahora.

Dejo un fragmentito, encantador en cuanto a dulzura, en cuanto a sentimiento, terriblemente burlesco en cuanto a realidad, y en absoluto semejante a algo biográfico de mi propia historia.





"Estamos acostados, mirándonos mutuamente, seriamente, sin decir nada, con las cabezas juntas sobre la almohada...

A veces cuando me habla y mi cabeza se encuentra debajo de la suya sobre la almohada, y veo su mandíbula, el hoyuelo, veo en su cuello a la mujer, la veo profunda, y comprendo que es una de las mujeres más mujer que he visto en mi vida, una negra de eternidad, incomprensiblemente hermosa y para siempre triste, profunda, calmada.

Cuando me aferro en esa casa, pequeña, y la aprieto, chilla, me hace unas cosquiellas furiosas, yo me río, y ella ríe, sus ojos brillan, me golpea con los puños, quiere vencerme con una llave de luchador, dice que le gusto...

Estoy con ella escondido en la casa secreta de la noche...

La aurora nos encuentra místicos en nuestras mortajas, corazón junto a corazón...

"¡Mi hermana!", hubiera pensado repentinamente la primera vez que la vi...

Sueño despierto a su lado, saludando, en enormes cocktails exóticos donde de algún modo se divisan resplandecientes Parises en el horizonte y también en primer plano; ella cruza los largos tablones del suelo de mi cuarto con una sonrisa".


Jack Kerouac, Los subterráneos. Anagrama, Barcelona, 2006.
(Traducción de Rodolfo Wilcock. Original de 1958).